1 de junio de 2015

Conformación y desarrollo del Estado egipcio (4000-3500 a.e.c.)


IMÁGENES: ARRIBA, ESCENA DE CAZA EN UNA VASIJA DE NAGADA II, HACIA 3500 A.E.C., MUSEO ARQUEOLÓGICO DE MADRID; ABAJO, UN VASO CON ANIMALES Y BOTE, TAMBIÉN DE NAGADA II.

En el milenio que discurre entre 4000 y 3000 a.e.c., un proceso de desarrollo del estado en el antiguo Egipto se pudo haber llevado a cabo en diversas etapas. En una primera estaríamos en presencia de pequeños núcleos de comunidades agrícolas en el Alto y Bajo Egipto. No habría especial competencia entre estas comunidades por las tierras de labor, sobre todo porque en principio una parte significativa del valle del Nilo estaría ligeramente poblada. En una segunda etapa, se habría producido un aumento de la densidad de población y la formación, a la par, de pequeñas entidades sociopolíticas, similares a eso que la etnografía denomina “jefaturas”. Serían sociedades regionalmente organizadas con una centralizada jerarquía de toma de decisiones que coordinaría las actividades de diversas comunidades. Algunas de tales “jefaturas” estarían fundamentadas en la herencia o en la desigualdad institucionalizada. Las diferencias en el poder serían correlativas al acceso preferencial a la riqueza y el prestigio. En tal sentido, los jefes y sus clanes familiares reivindicarían las mejores tierras para el cultivo y los mejores lugares para pescar. En el momento en que dichas comunidades se expandieron e intensificaron sus interrelaciones, llegaron a ser una suerte de “reinos”. Un acceso diferente a la riqueza, el poder y el prestigio llegará a ser institucionalizado en la ideología y en la práctica dinástica. Tal sistema comenzaría a formarse en torno a 3500 a.e.c. en el Alto Egipto, en Nagada, Hieracómpolis y Abidos, mientras que en la misma época, en el Bajo Egipto, Buto y Maadi, serían comunidades florecientes en las actividades agrarias y mercantiles, pero en las que no habría habido (o al menos no hay todavía evidencia suficiente), una organización compleja en términos de acceso hereditario a la riqueza y el poder.
Una tercera etapa, hacia 3200 a.e.c., sería de intensa competencia, quizá a través de guerras sostenidas, entre diversas ciudades mayores, que culminaría en la aparición de “protoreinos”, muy probablemente centrados en Nagada, Abidos e Hieracómpolis. Serían ciudades con varios miles de habitantes, la mayoría de los cuales serían agricultores, aunque con un porcentaje de artesanos especializados que fabrican cerámica, botes, cerveza, herramientas de piedra, y de administradores y sacerdotes a tiempo completo. Los “protoreinos” incluirían cierta arquitectura monumental, sobre todos tumbas. Los enteramientos del Alto Egipto, de hecho, sugieren grandes diferencias de rango, poder y riqueza, probablemente basadas en la desigualdad hereditaria. Hacia 3100 a.e.c., el Estado egipcio estaría centralizado ya en la ciudad de Menfis.
Ahora bien, las evidencias no siempre son tan claras en relación a las etapas que se han planteado. No todas las jefaturas llegan a ser “estados”. El medio ambiente natural y las conexiones culturales con zonas foráneas, debieron haber creado diversas oportunidades y maneras de formación cultural y cambio. El sur parece haber incorporado al norte, en efecto. La cerámica y los estilos arquitectónicos del Alto Egipto reemplazaron los estilos del Bajo Egipto desde 3200 a.e.c. De hecho, durante la primera Dinastía, los reyes egipcios se enteraban en el sur, en Abidos, tiempo después de que el centro económico y político del estado se hubiese ubicado en el norte (Menfis). Además, los signos y símbolos de lo que llegará a ser el sistema de escritura egipcia estaba en uso en el Alto Egipto en el período Predinástico, y no en el Bajo. Sin embargo, el reemplazamiento de los estilos del Bajo Egipto parece ser gradual en muchos sitios, aunque abrupto en otros.
Por otra parte, no hay evidencias de que el crecimiento de población haya forzado, de algún modo, el origen de las instituciones del estado. El crecimiento demográfico parece ser más un resultado que una causa de la evolución de la complejidad cultural. No se puede dejar de lado, también, la relevancia de las culturas foráneas en la evolución cultural de Egipto, sobre todo aquellas del Mediterráneo y del suroeste de Asia. Hay clara evidencia de que en el Geerzense o Nagada II (3500-3200 a.e.c.), algunos artefactos y estilos arquitectónicos son, en origen, iranios, mesopotámicos y sirio-palestinos. Algunos vasos cerámicos y de metal de los talleres reales se han encontrado, así mismo, en el Neguev y en el sur de la región Sirio-Palestina.
Lo que sí está más claro es que los fundamentos ideológicos del Estado egipcio, ya en la etapa dinástica, serán la imposición del orden (a través de la conquista de enemigos extranjeros, o propiciando la armonía entre las clases sociales), y el uso de la arquitectura, como marco simbólico y efectivo, del establecimiento del poder político, que emana de un rey divino, sobre todos los súbditos. Los fundamentos ideológicos del estado egipcio suponen, además, valorar como esencial el rol del gobernante en asegurar la continuidad cultural entre el pasado y el presente, mantener la unidad, a pesar de las subdivisiones políticas y geográficas, y garantizar la estabilidad y la seguridad a través de un gobierno pío y sabio.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV

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