2 de septiembre de 2015

Mitología griega en urnas cinerarias etruscas



IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: URNA CINERARIA CON ULISES Y LAS SIRENAS. VOLTERRA, SIGLO II A.E.C.; URNA CINERARIA DE CHIUSI. SIGLO III A.E.C.; URNA CINERARIA DE LA FAMILIA CEICNA FETIU. VOLTERRA, SIGLO II A.E.C.

La mitología griega está muy presente en la cultura material etrusca. Uno de los ejemplos más notables lo constituyen las urnas cinerarias. Se verán tres casos concretos. El primero corresponde a una urna cineraria del siglo III a.e.c., de Chiusi, hecha en mármol, un producto característico del periodo helenístico. En la misma se presenta al muerto en un banquete, recostado sobre la tapa de la urna-sarcófago, en tanto que uno de los lados frontales más largos del sarcófago aparece decorado con una escena mitológica en alto relieve, que puede ser el reconocimiento de Orestes por su hermana Ifigenia en Tauris[1] o el mito etrusco del adivino Caco capturado por los hermanos Vibenna.
El segundo se refiere a la urna cineraria de la familia Ceicna Fetiu, datada en la primera mitad del siglo II a.e.c. En ella se encuentra, sobre la tapa, al difunto, que es retratado semi reclinado participando en un banquete. Está apenas vestido con una túnica y un manto. En la base de la tapa aparece la inscripción Arnth Fethiu Larisal. Por tal motivo, se ha atribuido la urna a una poderosa familia de Volterra denominada de Ceicna Fethiu. En el lateral frontal del sarcófago se representa la escena de la muerte de Mirtilo en muy alto relieve[2]; tanto, que las figuras parecen moverse en un escenario enmarcado por dos columnas estriadas. El conductor de carros, responsable de la muerte de Enómao, se refugia en un templo, representado por otras dos columnas coronadas por urnas. Mirtilo, hipnotizado por la presencia de Pélope con una espada, busca refugio junto a un altar. Mientras, Hipodamía, intenta rescatar de las manos de Mirtilo la rueda recortada del carro en el que su padre murió. A la derecha, un sacerdote huye horrorizado ante la visión del sacrilegio. El artesano de la urna, conocido como el Maestro de Mirtilo, encabezaba un taller que introdujo en Volterra el estilo barroquizante propio de los reinos helenísticos de Asia Menor. De aquí derivan los coloristas efectos y los movimientos dramáticos de las figuras.
El tercero se trata de otra urna cineraria fechada en la segunda mitad del siglo II a.e.c. Hecha en alabastro, fue hallada en Volterra. Es obra de un taller especializado en temáticas vinculadas a los mitos de Odiseo-Ulises. En el frontal de la urna se representa el conocido episodio de Ulises y las sirenas, enmarcado en un rico armazón decorativo. El héroe aparece atado al mástil de la nave, y se encuentra escuchando las canciones de tres sirenas, representadas a la izquierda, retratadas como mujeres suntuosamente vestidas. Las sirenas están sentadas sobre unos escollos, y están tocando la flauta de pan, la cítara y una flauta doble, conformando entre las tres algo semejante a una pequeña orquesta. Se consideraba en la antigüedad que este episodio mítico de Ulises era especialmente apropiado para las mujeres.

Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV-Caracas


[1] Ifigenia, tras salvarse de ser sacrificada por mano de su propio padre, Agamenón, vivió mucho tiempo en Tauris al servicio de la diosa Ártemis. Se encargaba de sacrificar a los náufragos extranjeros que recalaban en la costa. En una ocasión, reconoció a Orestes entre los extranjeros, que habían sido enviados por el oráculo de Delfos a buscar la estatua de diosa Artemisa. Ifigenia entregó la imagen y huyó con su hermano.
[2] Mirtilo, hijo de Hermes, era el cochero de Enómao, a su vez, hijo de Ares, y rey de Pisa, en Élide. Enómao impuso como condición a los pretendientes de su hija Hipodamía que debían de vencerle en una carrera, pero los retadores corriendo a pie y él en su carro. Uno de los pretendientes, Pélope, compró a Mirtilo para que traicionase a su amo quitando la clavija de una rueda del carro. Tal maniobra provocó que volcase el carruaje, lo cual hizo perder la carrera, y su propia vida, a Enómao.

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